domingo, noviembre 1

TAROT ENCANTADO

HISTORIA

Los seres elementales regían los cuatro elementos en los que se dividían los reinos de la naturaleza en la Antigüedad. Estos seres eran considerados la inteligencia subyacente a todos los procesos que regían el nacimiento, crecimiento, reproducción y muerte de los seres vivos y eran conocidos como los habitantes del Reino Secreto. Este reino mágico y oculto a la vista de los simples mortales estaba al alcance de los magos y de los videntes, que lo han descrito y clasificado. Éste es el caso de una obra mágica titulada el "Libro de Rael", que pretende ser una historia del reino secreto y clasificar sus jerarquías y a los seres que en él habitan.
En este particular libro se ha inspirado este tarot encantado, cuya ingenua apariencia y profundo conocimiento de las energías fundamentales de la naturaleza llegarán sin duda a encantar a quienes lo manejen.
Aunque este Tarot respeta la división tradicional entre arcanos mayores, arcanos menores numerados y cartas de corte, el valor simbólico y el poder de dichas cartas se basa en la creencia místico-mágica de que el mundo está regido por espíritus conscientes (hadas, duendes, gnomos, etc.), cuya tarea es cuidar de cada uno de los aspectos de la vida y la naturaleza. Estos espíritus se dividen en veintidós guardianes del poder universal (arcanos mayores), 16 gobernadores (cartas de corte) y 36 señores (arcanos menores) procedentes de las cuatro raíces del poder; As de Bastos (fuego), as de copas (agua), As de Espadas (aire) y As de Oros (tierra).


SIMBOLOGÍA DE LOS ARCANOS MAYORES



EL LOCO (0): Nos muestra a un personaje que lleva un hatillo, una espada y una rana (representa la resurrección y la fecundidad). Sobre la espada (símbolo de lo mental) se mantiene en equilibrio un enano (elemental de la naturaleza). El loco se encuentra sentado sobre una tortuga (símbolo del universo manifiesto y su estabilidad) que flota sobre las tranquilas aguas de un lago (el inconsciente).
El loco simboliza lo imaginario y nos indica que, si permanecemos entre las nubes y la tierra, sólo obtendremos situaciones absurdas.









EL MAGO I: Nos presenta a un pequeño duende sentado frente a una improvisada mesa de madera sobre la que practica el juego del trile o bolita (es normalmente un juego de estafa), mientras que otros dos duendes se acercan a él por la espalda para observar sus maniobras. Suspendidas sobre su cabeza, aparecen unas moras maduras. Las flores de la zarza simbolizan la confianza.
El mago encarna la habilidad y nos dice que hay que actuar con inteligencia, astucia y diplomacia.









LA SACERDOTISA II: Nos muestra a un hada con alas de mariposa (símbolo del alma) que aparece vestida como su homónima del nuevo tarot de marsella. Sentada sobre una enorme calabaza (símbolo de fecundidad y abundancia), con la mano izquierda sujeta un grueso libro (representación de la sabiduría), mientras que con la derecha realiza el acto de bendecir, signo esotérico con que el maestro otorga su gracia. Detrás de ella arden varias velas (símbolo de la vida cósmica individual).
La sacerdotisa simboliza la sabiduría y es fuente de increíbles intuiciones, invenciones y sugerencias valiosas.









LA EMPERATRIZ III: Se nos muestra vestida como una gran soberana, enjoyada y coronada con una caperuza (emblema del mundo celeste) y una corona de oro. Con la mano derecha sujeta un cetro y en el brazo izquierdo sostiene un escudo. A su alrededor maduran las uvas (símbolo de vida) y crecen los cardos (símbolo de defensa).
La emperatriz simboliza la fertilidad y nos previene de las acciones que parecen destinadas a acrecentar la vanidad.










EL EMPERADOR IV: Se nos presenta bajo la imagen de un duende barbudo sentado sobre un nenúfar en un lago. El personaje viste como un guerrero y porta un casco de plata rematado con una corona de oro (el yin y el yang). Entre sus manos sujeta una espada y una flor (representación del alma) y se protege con un escudo fabricado con el caparazón de una tortuga, en el que reposa una langosta (emblema de las plagas). 
El emperador simboliza la voluntad y nos recuerda que quien persigue sus objetivos con decisión es un auténtico líder.








EL PAPA V: La imponente imagen de un anciano mago domina casi por completo el espacio del Papa. Bajo un tocado adornado con cruces amarillas (símbolo de la materialización de sus pensamientos), asoma una mirada inquisitiva que se fija en un abultado libro que sujeta con las garras de ave de presa en las que se han convertido sus manos. El grueso volumen se apoya en la espalda de un pequeño duende.
El papa simboliza la ley y nos advierte de que la aparente comprensión puede esconder hastío e intolerancia.

LOS ENAMORADOS VI: Nos muestra a dos espíritus alados, uno masculino y el otro femenino, encarnación de la pareja divina o las dos polaridades, yin y yang. Los personajes se abrazan en las aguas de un lago. Ella sujeta entre sus manos un huevo, contenedor y portador del germen de la vida. Frente a la pareja aparece una rama florida de almendro (símbolo del renacimiento de la naturaleza).
Los enamorados simboliza los sentimientos y nos dice que el amor y la caridad son los valores más importantes.









EL CARRO VII: Vemos a un conejo blanco (símbolo de pureza) uncido a un diminuto carro de madera guiado por un duende con caperuza y capa roja (color de la vitalidad y la vida). En el carro viaja un duende femenino cubierto con una capa azul (color de lo espiritual) y coronado de margaritas blancas (emblema de sencillez).
El carro simboliza el guía, es un punto de referencia para muchos, pero no se sabe a dónde conduce.








 
LA JUSTICIA VIII: Nos presenta a una mujer gigante desnuda (símbolo de que la justicia no necesita adornos) que luce un tocado de estilo medieval rematado con una pluma, la de la diosa egipcia de la justicia Maat. Una gran espada prende de una cinta atada a su cintura, de cuyo extremo cuelga un diminuto personaje. Con la mano derecha, sujeta en alto unas enormes balanzas.
La justicia simboliza el equilibrio y nos recrimina que a veces obremos en consecuencia a nuestras ideas.







 
EL ERMITAÑO IX: Es un hombre maduro con apariencia de sabio y cubierto totalmente por una capa oscura. En la mano derecha sostiene un rollo de papel (símbolo del conocimiento) y sus pies se han convertido en pezuñas (representación de su parte animal). El personaje se encuentra en una cueva y detrás de él aparece un reloj de arena (emblema del paso del tiempo).
El ermitaño simboliza la meditación y nos advierte de que una actitud pensativa encierra el temor a la soledad.










LA RUEDA X: Una joven princesa de largas trenzas y diadema de perlas (símbolo lunar) parece hacer girar la rueda con las manos. Agarrados al ingenio aparecen tres pequeños duendes (la juventud, la madurez y la vejez).
La rueda simboliza la oportunidad, el sacar el mayor partido de las incertidumbres del prójimo.












LA FUERZA XI: Nos muestra la imagen de un joven y diminuto duende con alas y antenas de libélula (símbolo de ligereza), que sentado a horcajadas sobre un enorme sapo (símbolo del instinto animal y lo inferior), intenta dominarlo sujetándole por el cuello.
La fuerza simboliza el control, aunque advierte de que muchas veces nos dedicamos a actividades inútiles.











EL COLGADO XII: Es un ser mitad hombre y mitad animal, ya que ostenta una gran cola que surge de entre sus nalgas descubiertas. Se encuentra colgado boca abajo con las manos atadas a la espalda y saca la lengua en una muda mueca mientras la tormenta arrecia sobre él. En el suelo aparece su sombrero, del que surge una culebra (emblema de muerte y sabiduría).
El colgado simboliza el esfuerzo y el dolor (sacrificio).

LA MUERTE XIII: Es la grotesca efigie de una vieja y desdentada hechicera de un cuento, más parecida a un esqueleto vestido que a un ser humano. La nigromante sujeta unas calaveras y remueve unos huesos para adivinar el futuro. Por debajo de su holgado vestido surge un dragón (representación animal de una fuerza primigenia fuente de vida).
La muerte simboliza el abandono; no se deja plantado a alguien sin dar explicaciones.











LA TEMPLANZA XIV: Vemos a una hermosa sirena alada, de largos cabellos rojizos, que se sumerge en las profundidades del mar. Con las manos sujeta dos jarras plateadas y, junto a ella, nada un delicado pez (símbolo del nacimiento y la restauración cíclica de la vida). En el paisaje submarino destaca la silueta de una edificación sumergida.
La templanza simboliza la metamorfosis y previene contra los cambios de humor, que pueden resultar espantosos.










EL DIABLO XV: La imagen de un ser esperpéntico domina totalmente el espacio. El diablo aparece como un ente con alas de murciélago, piernas de cabra y garras de ave. Su rostro es masculino y exhibe una mueca de burla; está coronado por dos cuernos de cabra y orejas de asno. De su torso cuelgan flácidos pechos de mujer. Con las manos parece acunar su larga cola de rata. Bajo este extraño personaje, aparece una pareja de pequeños sátiros.
El diablo simboliza la seducción y la perversión.









LA TORRE XVI: Está representada por un termitero con forma de torre truncada, de cuya cima surge un gran chorro de fuego. En primer plano, un joven espíritu de la naturaleza, montado sobre un ratón, observa la escena de reojo.
La torre simboliza la destrucción y nos advierte de que la arrogancia, el orgullo y la presunción sólo pueden acarrear problemas.

LA ESTRELLA XVII: Nos muestra a una joven y diminuta ninfa de agua que flota sobre un blanco nenúfar (emblema de abundancia y fertilidad) en las tranquilas aguas de un lago (el subconsciente). Su pálido cuerpo desnudo exhibe sobre su cabeza un gorro frigio (emblema de fecundidad). Mientras derrama agua de dos jarras plateadas, se elevan hacia el cielo nocturno pequeñas bolas de luz (forma energética con la que suelen presentarse las hadas).
La estrella simboliza los deseos. Los buenos consejos y la ayuda material no son gratuitos.






 
LA LUNA XVIII: Aparece un pequeño y arrugado duende nocturno que permanece arrodillado frente a un precipicio alumbrando con su lámpara. En primer término, vemos un caracol encaramándose a una hoja verde, mientras toda el escenario está presidida desde el cielo por la blanca luna menguante.
La luna simboliza la cara oculta, nos advierte de peligros y preocupaciones.








 
EL SOL XIX: El astro rey parece abrasar el paisaje. Bajo su influjo aparece una joven pareja de duendes (encarnación de las dos polaridades de la naturaleza) que se apoyan mutuamente en sus posaderas para soportar sobre sus espaldas a un tercer duende más pequeño y anciano. Los dos jóvenes duendes lucen tan sólo sendos gorros puntiagudos en forma de cono (símbolo del cono de poder mágico).
El sol simboliza el bienestar y nos advierte de que los modelos de amistad y moderación también tienen sus defectos.








EL JUICIO XX: Nos muestra a una muchacha vestida con una larga túnica azul y un amplio sombrero en forma de cono (encarnación del espíritu de la primavera) que camina descalza por un monte tocando un extraño instrumento de viento. A su paso, los duendes, gnomos, animales y espíritus de la naturaleza, encargados de su cuidado, van despertando y emergen desde el interior de la tierra para hacerla renacer una vez más.
El juicio simboliza el despertar y nos previene contra los que alardean de sí mismos.







 
EL MUNDO XXI: Aparece un pequeño duende con una tela cuyo estampado reproduce círculos concéntricos (representación solar). Cabalga sobre una blanca paloma (símbolo del espíritu y portadora de la paz) que sobrevuela un mundo idílico cuyo espacio principal está ocupado por un jardín en forma de laberinto (símbolo del viaje iniciático), en cuyo interior gnomos, enanos y duendes parecen buscar una salida.
El mundo simboliza el laberinto: iniciamos muchas cosas pero no las finalizamos.