viernes, julio 17

TAROT DE LA NUEVA VISION

HISTORIA

El tarot de la Nueva Visión presenta la misma estructura que el tarot Rider Waite. El primer grupo de cartas está integrado por 22 arcanos mayores. Estas cartas difieren de sus homónimas del nuevo en que la justicia es el número XI, en lugar VIII clásico, y la fuerza aparece con el número VIII, en lugar del XI. El segundo grupo está formado por los cuatro palos clásicos de la baraja, cada uno de los cuales consta de 10 cartas numeradas y cuatro cartas de corte. El número total de arcanos es de 78, igual que las barajas clásicas.
Entre finales del siglo XIX y principios del XX, en toda Europa se experimentó un creciente interés por los temas mágico esotéricos; las órdenes esotéricas de todo tipo (masónicas, rosacruces, templarias, cabalísticas) florecían por doquier. En este contexto, un experto en ocultismo, el inglés Arthur Edward Waite, ideó un juego de tarot en el que plasmó todos sus presupuestos esotéricos. El diseño de las cartas lo realizó la ilustradora y pintora Pamela Colman Smith según las indicaciones de Waite. En el momento de su impresión (1910), esta baraja se conoció como Tarot Rider Waite por el nombre de la compañía londinense que lo imprimió, la Rider & Company. Desde aquella época, ha sido uno de los Tarots más conocidos y usados en todo el mundo.
A partir de aquel famoso juego de cartas, se han ideado diversos mazos. El Tarot de la Nueva Visión aporta al imaginario histórico una nueva perspectiva de los arcanos. Eso nos permite ver las figuras por detrás, ampliar su simbología e internarnos en el mágico mundo del tarot desde el corazón mismo del arcano. Realmente, una nueva visión con la que acercarse a los secretos de este antiguo arte.


SIMBOLOGIA DE LOS ARCANOS MAYORES


EL LOCO (0): Muestra al personaje del arcano dirigiéndose hacia un precipicio, igual que su homónimo del Tarot Rider Waite. Al verlo de espaldas, descubrimos frente al Loco un paisaje dominado por la presencia de un volcán en erupción, que simboliza la explosiva energía instintiva del inconsciente que parece subyugar al personaje. Éste camina hacia la derecha, lo cual indica que su proyección es hacia el futuro.



 

EL MAGO I: La imagen visto desde detrás, se puede comprobar que tras la imponente figura se esconde un mono (símbolo de inteligencia como de capacidad de embaucar (pícaro)). En el suelo, a ambos lados del Mago, una espada y una vara aparecen presentes aunque situadas, forman, junto con la copa y el pentáculo de oros de la mesa, el cuaternario de los elementos (aire, fuego, agua y tierra). Frente al personaje la muchedumbre presencia atenta a los prodigios del mago.





LA SACERDOTISA II: El mar que parecía fluir de los pies de la figura se extiende ante su mirada en el tarot de la nueva visión iluminado por la luna creciente. Tras las dos columnas aparecen una novicia y una monja (representa las dos vías del conocimiento). Entre las dos religiosas, un búho, vinculado con Atenea, diosa griega de la sabiduría, está posado sobre una granada (símbolo de fertilidad).






LA EMPERATRIZ III: Nos permite descubrir que tras el trono de la figura se ocultan un niño y una niña (símbolo de inocencia y dualidad), en estado celestial. Los niños se distraen tocando un hermoso cisne blanco (encarnación de la luz, pureza y la elegancia). El paisaje que observa la emperatriz, y que no se podía apreciar en el tarot Rider, se extiende salvaje colina arriba, más allá de la verja protectora entreabierta (representa caminos que se abren).





EL EMPERADOR IV: Está totalmente dominada por la parte posterior del trono que ocupa el personaje, en el que se ve grabada sobre la piedra su efige sentada, tal y como aparece en el tarot Rider. Gracias a esta nueva visión, podemos constatar que delante del emperador aguarda un grupo de mujeres. El águila, encarnación del espíritu, que en el tarot de Marsella aparece en su escudo, se nos muestra ahora grabada en piedra por detrás del respaldo del trono.





EL PAPA V: Nos permite observar el escenario desde la parte posterior del trono del papa. Al igual que ocurría con el emperador, la imagen central del tarot Rider aparece grabada en el respaldo pétreo del trono. En el tarot de la nueva visión, los dos acólitos, es decir, los iniciados en las dos vías del conocimiento (la activa y la pasiva), se encuentran detrás de las columnas. Uno de ellos sujeta una serpiente (símbolo de la energía pura) y guardiana de los tesoros. El otro deja volar una paloma blanca (símbolo de pureza e inocencia). En el centro, entre estas dos figuras, aparece una piedra grabada con el emblema de Cristo (un cordero) y las llaves del reino de los cielos.

LOS ENAMORADOS VI: Nos ofrece una fugaz visión del Jardín del Edén. la misma que ven los personajes del arcano y que habitualmente no aparece en los distintos tarots. Un caballo (símbolo terrestre de la juventud y la libertad), se pasea junto con otros animales en perfecta armonía. Tanto el ángel (mensajero de dios) como Adán y Eva (pareja primordial) coinciden en su simbolismo con el mismo arcano del tarot Waite.





EL CARRO VII: Nos oculta tras el carro del personaje central, un hombre y una mujer, que quizás podrían ser la pareja primordial de los enamorados después de haber sido expulsados del Paraíso y de perder su inocencia. Estos dos personajes, atados al carro en marcha, caminan entre una multitud enfervorizada que no figura tampoco en otras barajas clásicas.






LA FUERZA VIII: Tenemos acceso al secreto de la fortaleza del personaje, en primer lugar, la serpiente que se arrastra a sus pies (símbolo de energía pura y los poderes protectores de la fuente de la vida). En segundo lugar, frente a la mujer, y tallado en la montaña, aparece Hércules, cubierto con la piel del león de Nemea (símbolo de poderío y soberanía) y sosteniendo las manzanas del jardín de las Hespérides (símbolo de inmortalidad). Por último, las nubes del fondo toman la forma de un dragón (encarnación de las potencias primordiales) provenientes del cielo.



EL ERMITAÑO IX: Presenta a un anciano encapuchado de pie en la cima de una montaña con una lámpara en la mano. En su interior brilla una estrella, encarnación de la lucha que mantiene el espíritu luminoso contra las fuerzas de la oscuridad. La presencia de una serpiente a los pies del anciano nos remite a los poderes ancestrales que le sostienen.






LA RUEDA X: Coincide con el tarot Waite, pero vista desde detrás. Rodeado por los cuatro animales sagrados que componen el Tetramorfos (encarnación de la universalidad de la presencia divina y de los cuatro elementos), encontramos el reverso de una rueda grabada con símbolos cabalísticos. En la parte superior aparece una esfinge (símbolo de soberanía); El diablo que asciende encarna la naturaleza instintiva del hombre. La serpiente que desciende (representa las fuerzas involutivas regresando a su origen).




LA JUSTICIA XI: Se ha descolgado parcialmente la cortina que protege la espalda de la mujer que personifica al arcano. Gracias a ello, podemos ver un escenario en la que dos mujeres parecen disputarse la posesión de una canastilla en la que descansa un recién nacido; sin duda, representan el famoso juicio de Salomón. Los atributos que caracterizan a la justicia, la espada y la balanza, aparecen al fondo grabados en una gran columna frente al personaje principal.





EL COLGADO XII: Vemos al protagonista desde detrás, lo cual nos permite observar que el tronco al que está atado toma la forma de una cruz tau (símbolo iniciático de la vida), de cuyo travesaño cuelgan hojas verdes que representan la esperanza, la regeneración y la inmortalidad de quien se inmola en el árbol de la vida. Frente al ajusticiado, podemos observar una turba vociferante que le increpa.






LA MUERTE XIII: Nos presenta a la de su homónimo Tarot Rider-Waite, pero vista desde un ángulo diferente. Si en el tarot aparecen dos torres entre las que resplandecía un Sol naciente iluminando la ciudad de los muertos (representa la función de la muerte como final de la existencia).
Aquí vemos un mar (símbolo de nacimiento, transformación y el renacimiento), frente a él, la muerte cabalga con su estandarte en forma de rosa blanca (deseos purificados) y, sobre las olas, una embarcación encarna al ser verdadero que la muerte transporta hacia una nueva vida (representa su función de regeneradora).



LA TEMPLANZA XIV: Nos ofrece la visión del mismo paisaje que perciben los ojos del ángel del arcano. Gracias a este punto de vista, podemos descubrir un enorme atanor (símbolo alquímico) que representa al crisol donde se producen las transformaciones. Situado frente a un estanque, este elemento alude sin lugar a dudas al trabajo alquímico de transmutación que lleva a cabo el mensajero divino.






EL DIABLO XV: Permite iluminar una parte de la oscuridad reinante, de entre el fuego que da luz a la escena surgen dos diablos secundarios que representan las dos fuerzas del universo, el yin y el yang, en su aspecto más decadente. Frente a ellos, dos seres semihumanos aparecen encadenados a un pilar (representa la materia), desde el que reina Satanás, encarnación de los bajos instintos.






LA TORRE XVI: Se observa la clásica escena de este arcano, aunque con algunas diferencias significativas. Frente a las rocas (emblema del cuerpo), aparece el árbol del bien y del mal del Jardín del Edén (símbolo del conocimiento). Las ventanas de la torre (mente consciente) se orientan hacia el árbol de la sabiduría.





 

LA ESTRELLA XVII: Introduce algunos elementos que no aparecen en otras barajas de tarot. Frente a la mujer desnuda vemos una figura humana que se identifica con el Loco. De esta forma, se sugiere que la acción regeneradora de la estrella está dirigida al iniciado que camina cargando el fardo de sus experiencias. La antorcha clavada en el centro de la estrella grabada en el suelo es un intento de robar la luz celeste y transferirla al mundo terrestre.





 LA LUNA XVIII: Nos permite observar que en el lago de la carta se encuentra un guerrero (símbolo del héroe espiritual) atravesando las aguas del inconsciente, aunque protegido de sus influencias negativas por su armadura. Detrás de él, se alzan dos torres, similares a las que aparecen en las versiones clásicas de este arcano, entre las cuales circula una bandada de pájaros que encarnan los pensamientos subconscientes.





EL SOL XIX: En la versión de este tarot el arcano del sol, vemos a un niño montando un caballo blanco (encarnación de la cabalgadura de los dioses), coronado de flores (emblema del alma) y portando un estandarte rojo (símbolo de victoria). El personaje encara un sol radiante, representación pictórica del espíritu hacia el que se dirige.






EL JUICIO XX: Encarnación del matrimonio entre los dos polos de la vida que da como resultado un nuevo ser más completo, aparecen de frente. Ello nos indica que el misterio ha sido revelado y que podemos conocer el rostro que se oculta tras la regeneración espiritual. A ambos lados, una bandada de pájaros blancos y negros refuerzan las dos polaridades de la vida (yin y yang).








EL MUNDO XXI: Nos presenta la escena clásica de esta carta pero visto desde detrás. Dentro de una mandorla (símbolo de la ligazón de la vida), encontramos al bailarín hermafrodita, el anima mundi de los alquimistas, recreando el cosmos. Los cuatro animales sagrados de la visión de Ezequiel simbolizan la presencia divina.